Es el momento del regalo que he recibido de Auroratris,
siempre cercana, siempre cariñosa, siempre presente desde que llegó aquí.
Me brinda el honor de llamarme Maestro de las palabras
y me viste de imponente elegancia con las suyas.
Letras, imágenes y música, un conjunto lleno de su cariño
que agradezco con el mío.
Besos muy dulces Mi Querida Auro.
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Asiste la letra vencida hasta la docencia de su atributo.
Orden y mandato designando obediencia.
Se arremolinan los adjetivos buscando su posición,
acomodándose entre dóciles versos,
para dar el Sí como niñas
al Maestro de las Palabras.
Hubo un tiempo rescatado de aquello que llaman eternidad. Habitaba un Maestro cuyo nombre endulzaba los labios de quien osaba pronunciarlo. Yo le vi por las avenidas de la ciudadela… a veces, la elegancia de su porte le precedía ocultando la mirada bajo la sombra de un sombrero de copa … en otras, entonaba su voz agitando a la complacencia para que esta acabara postrándose solícita y segura.
Moraba en el callejón de la Poesía…
Dominio franqueable para los corazones románticos.
Escarlata mi mirada al destapar-se el cortinaje de su ante-sala.
Suspendida mi imaginación en las comuniones de su templo.
Dueño y Señor de un sibilino color.
Cuero y Piel Dominan la esencia tras la puerta del León.
Galantería…
Ternura…
Amistad…
cohabitan en su Noble Corazón.
© Auroratris