Ese gesto,
obra de la gracia de tu boca,
tallado con ingenua ternura
desatando mi vencida locura.
Irresistible aún en su fugacidad
grabado en el fulgor
de un instante que enamora
como luz que quiebra toda penumbra.
Ese gesto,
crisálida de mujer a niña
que vuelve y envuelve
en poesía mis sentimientos,
sueño perfecto por el cual se quiere
permanecer siempre dormido.