Y con la resaca verlo todo claro, como en un tráiler cinematográfico.
-Búscate un traje de época y una máscara. Este año nos apuntamos al baile del casino.
-¿Es estrictamente necesario?
-¡Por supuesto!
Mis primas y sus brillantes ideas.
Llevo en la barra el tiempo de dos caipiroskas. La peña le da al reggaeton. Aún me falta algo más de vodka para entender cómo se lo hacen con esos trajes.
-¡No te he visto bailar Moni!
Me grita una de mis primas, rebotando contra la barra.
-Estabas demasiado ocupada con ese grandullón...
Pero ya no está, salió rodando de nuevo hacia la mole de cuerpos alucinados de bachata. Dos tragos más y me piro.
-Estáis muy sola, señora.
La voz caracolea entorno a mi cuello, discretamente se extiende por el escote del vestido y regresa a su dueño, a mi espalda.
-¿Os parece, caballero?
-Me lo parece, sí. Y tratándose de vos resulta imperdonable.
Reconozco su aroma, esa fragancia tan suya, inconfundible allá donde te encuentres, sobre todo cuando la has tenido casi encima, como ahora mismo.
Sin dejar mi copa, doy la vuelta y le encaro. Tras la máscara veo la suya, afilada sobre el rostro. Cicatriz de metal que seduce, que llama. La sonrisa provocadora invita a lamer esos labios cortados al bies.
-¿Os apetece bailar?
Asiento con la cabeza, tengo curiosidad por saber qué planeó.
-Seguidme pues.
Se escabulle de la barra y escapo tras él. Sorteamos el gentío, a veces me envuelven brazos ajenos y me zafo de ellos. Lo veo enfilar las escaleras que conducen al piso reservado únicamente a los jugadores vip. En el salón abierto, se atenúan las luces, el ritmo lo marcan las caricias vehementes de los que buscaron un rincón para amarse. Él me tiende el brazo, mi mano recala sobre la suya. Minué a dos, vaivén que nos orilla o aleja siguiendo el deep house del momento.
Y el temor a ceder es inmensamente proporcional al deseo que aúlla bajo las enaguas. No quería este chance con él y lo busqué, como adicta al veneno que soy. Que bailemos un tema después de otro, que roce su piel, que sienta sus manos silbando sobre el corsé... me compromete, le compromete...
Rodear su nuca con mis brazos, adentrarme en él, atraída por el lado oscuro tras su máscara, solo aceleró lo evidente.