Conozco ese gesto sin cautela
que en ti anuncia todo,
el movimiento oportuno
que excita mi asombro
y sin negación alguna
me empuja hacia tu sortilegio.
Entonces improviso
con vértigo impúdico
el recorrido que ha de llevarme
a hacer temblar tus sentidos,
para que húmedamente repliques
anegando mi fuste en celo
gemido tras gemido.