martes, enero 30, 2024

El Baile por JP.Alexander III.

Invocó al Dulce Caballero
cruzando el umbral de la fantasía
como en una ensoñación
y en la intensidad del baile
el placer fue su aliado
para una noche de sumisión. 

© DUlCE -


Mi Gratitud Citu.
Besos dulces para ti.

Su carta elegida fue ...


Baile de máscaras en el Salón 2023.

 Les  cuento  que  participo  en el  Baile  Máscaras  organizado  por  el  blog  El dulce susurro de las Palabras.


Esta  es  mi linda invitación  


Mi  relato  será  erótico y  tendrá elementos  de  D/s. Esperó  que sea  de  su  agrado. 

Atando   Fantasías



Miré la  hoja  del teclado  y estaba   vacía. Me  sentía   abrumada.  Las letras  y la inspiración  se pierden .  Mientras   observó por la  ventana  llover. A lo lejos   el  vecino  ya  prendió las luces  de Navidad.  De  solo pensar  en poner  el árbol  me  da pereza.   

La  Navidad será  en pocos  días   y  no tengo ni  ganas  de comprar  regalos  o hacer  algo especial. Y  peor   se me hace  despedir  el año. Tanta  gente  y  ruido.  ¡Ay  dios  soy una  grinch!  Me  río  de  mi  propia  broma .

Vuelvo  a  escribir  y no  sé  ordenar  mis sentimientos  y mis  ideas mientras.  Miró la temida hoja  en blanco  .  Mi deseo  de hacer  una historia  sobre  un  baile  de fin de año, solo queda en deseo.

Tomó un poco  de  té  frío  y prístinos  para    tratar   de inspirarme.  Pongo  el reproductor  y busco música navideña con el mismo  deseo.  Sin lograr  nada .  La luz  de la pantalla  me iluminaba  mientras  la música  de una  canción a ritmo   tropical sonaba. 

Yo no olvido al año viejo

Porque me ha dejado cosas muy buenas

Yo no olvido al año viejo

Porque me ha dejado cosas muy buenas

Me dejó una chiva, una burra negra

Una yegua blanca y una buena suegra

Me dejó una chiva, una burra negra

Una yegua blanca y una buena suegra


Suspire  iba a cambiar  de  música  cuando  el rugido  de un león  me  asustó. La  habitación  en donde escribía  y estaba  casi  a oscuras   se iluminó     cuando  las   ventanas  se abrieron  de  par en par.  Un  hombre alto y  fornido   con el  cabello dorado  y  ojos ámbar apareció en la  habitación. 

 — No me  esperabas. Tú me invocaste.

Lo miré sin  saber qué decir.  No  tenía idea  de cómo este  ser llegó a su habitación desordenada. Ni  siquiera  me había  visto en el espejo  debía estar  hecha un desastre.

— No lo estás 

Sonreí

Él me  miró y  dijo —  Ven  a  Bailar conmigo. 

Al principio quería negarme, pero  al  ver sus  ojos  dorados  no pude  hacerlo.  Ni  bien   toque  su mano.  Como  por arte de magia mi  ropa  cambió y dejé de estar  vestida  con una sudadera  azul  y pantalones de  chándal.  Pase   a estar  vestida con un  hermoso  vestido  violeta.   Igual al que había  visto en las películas. Entre en un salón enorme vacío  iluminado por la luna  y las  estrellas. La música  de un  vals 

Caminé  junto a  él y nos pusimos  a  bailar  un vals.


Luego de unos minutos me pregunto

— ¿ Deseas  seguir bailando  o quieres jugar ?

Por  un momento  vacilé. Que  clase  de juegos  desearía  ese hombre  tan atractivo  y  sensual.  No  sabía  si todo era  real  o fruto  de mi imaginación.  Pero  era  casi  fin de año  y  yo  me lo había pasado siendo  correcta.  

Por qué no jugar  por un momento  algo  peligroso y  sensual, casi susurrando y  a punto de arrepentirme. Dije  — Deseo  jugar.  

Él me  miró  y  sonrió  de forma  lobuna.  Lo que me  dio un poco de miedo.  Y por  un momento  decidí no hacerlo. Pero ya  era  demasiado tarde.  Di mi palabra. 

Él  me  tomó  de la  barbilla y me  dio un ligero  beso en la boca. En la  habitación   tres pequeñas  mesas   de madera  surgió cada una  tenía  una     carta. 

— Tu  deseo más  prohibido  se  encuentra  en una  de ellas.  ¿Te atreves   a  tomarla? 

Yo  trague  saliva.  

—  Si no estás  segura  .  ¿Podemos  volver  a  bailar? 

No  sabía  que hacer mi  vida siempre  fue  tan  aburrida.  No  haría nada  arriesgado  ni que  deseara  realmente.    Porque  no  hacerlo,  Casi sin pensar  y con miedo dije 

—Sí. —La palabra salió escupida, pero carecía de cualquier tipo de convicción.

Él lo había notado. No se movió. No habló. Su intensa mirada dorada permaneció

enfocada en mi cara.

Mi mente  era  un  revoltijo. No podía. No debería. Pero  camine   hacia las mesas  y tome  la segunda  carta.  La  leí  y   casi  me  desmayé.  Una participación real sería una locura. una estupidez y una imprudencia.

Pero lo  deseaba.  Que  podía pasar más que  disfrutar de algo   diferente y que había deseado  por mucho tiempo. Si quisiera aprender algo de BDSM, ¿qué mejor oportunidad tendría?

Sin  embargo,  él me tocaría.  Lo  deseaba  desde el momento  que  vi sus ojos  dorados mirarme.  Sin perder la paciencia  él me miró y  preguntó de nuevo.

— ¿Juegas  o  bailas? 

La diversión iluminó los ojos de él.  Yo temblaba  sin  saber qué elegir.  Asentí con la  cabeza. 

—Déjame oír un sí de ti.

—Sí  juego—susurré.

—Buena chica. —Sus fuertes dedos la frotaron devolviendo el calor a la palma de mí

mano—.  Esto  es para  ti. —  me  dio  un  collar  violeta.   Luego  me  dijo — Tengo pensado hacer un poquito de bondage.  Vas a hacer un lindo regalo. 

Volví a tragar  con fuerza.  Luego él miró  el  bello vestido  violeta  y  lo rasgó.  — Esto  está  de  más.   Dejándome  solo  en  corsé  violeta. —. Te dejaré la ropa puesta, pero podría moverla un poco.

Moví la  cabeza  asustada y excitada a la vez,  Las palabras no podían  salir. 

—Y entonces usaré mis manos sobre ti. Pero nada más.

Sus palabras me excitaron más.  Y  me  sonroje   un poco  avergonzada. 

Él sonrió —Veo que te gusta la idea. —¿Cómo podía ser tan obvia? Pero él se anticipó a mi sensación de humillación apretándole los dedos y añadiendo—, A mí también me gusta la idea, gatita.

—  Tu palabra  de seguridad será violeta. ¿De acuerdo?

Susurrando  dije  — sí. 

Me  tomó  de la mano.  Paseó la mirada por mi cuerpo, desde mis pechos, que parecían deplorablemente expuestos por el ceñido corpiño de encaje,  hasta  la parte superior de sus muslos.

— Eres muy  hermosa. 

Sonreí  de  forma  tonta. Sin  creérmelo.  Él deslizó los dedos detrás de

su cuello y me  agarró de  mi  cabello , impidiendo mi instintiva retirada.

—Escucha,  eres  hermosa  y todos lo verán.  Eres  el mejor  regalo. 

Antes  que  pudiera  decir  algo me  puso en una  mesa y  me hizo pararme.  Mis  rodillas  temblaban.  Estaba entre  asustada  y con frío.

Él se acercó y envolvió  una  cuerda  de seda violeta  en mi  brazo.   —Pasó un dedo sobre mis labios—. Las cuerdas no deberían provocar dolor, gatita.

Mientras   me  observaba  fijamente  y  me  tocaba,  Bajando una mano por mi brazo desnudo. A través de la parte baja de mi espalda. Moviéndome  el cabello para dejarlo caer. Acariciándome la columna vertebral, como si evaluara mis  vértebras. Sus dedos le masajearon el hombro izquierdo, después el derecho.

Su mano era cálida y áspera. Firme.

—Eres una mujer hermosa. —  Volvió a decir  mientras abría el corsé.  Deseaba moverme; pero no quería  defraudarlo  así que  me  quedé  atrapada  en sus  ojos   dorados.  

Envolvió la soga detrás de su cuello, dejando los extremos colgando por delante.

Lentamente, pero sin titubear, comenzó a trenzar la soga a su alrededor, por encima y por debajo de sus pechos. Con el primer nudo, me tensó. Él se detuvo. Mantuvo la mirada firme sobre mí.  Sin revelar irritación o impaciencia. —Nos detendremos si lo necesitas, pero puedes confiar en mí, gatita —dijo suavemente.

—Lo sé.

El reconocimiento en su mirada decía que sabía que le estaba ofreciendo un regalo.

—Gracias, dulzura.

Sentía leves tirones a medida que Él  creaba una serie de patrones diamantinos que bajaban por el centro de mi cuerpo. Esto era placentero. Bajo la leve abrasión de las sogas y los seguros movimientos de las manos de él.  Me  sentía segura.  

Me  asió por la parte superior de sus brazos

—. Te quiero en el suelo ahora.

Quise obedecerlo, pero perdí  el equilibrio. Mientras yo  me perdía en el movimiento de sus manos  sobre mi  cuerpo me había atado los brazos. Incline la cabeza para examinarme y  vi mi brazo izquierdo cubierto de  un cautivador enrejado partiendo de la muñeca hasta el codo, como una cubierta tejida, todo unido a las sogas violetas que decoraban mi torso.

Quise moverme  y al no poder escapar  me  puse  nerviosa. Una fuerte mano tocó  mi hombro .

—Cálmate, gatita, tranquila. Mírame ahora.

Respire hondo  y  me  tranquilice  al  sentir que me  tocaba  la mejilla  y  miraba  a sus  grandes ojos  ámbar.    Él  me dijo—Toma aire lentamente, nena. Otra vez. —Su voz se oía calmada y suave, como el retumbar de un trueno a la distancia.

Inhalé fuerte.

— Tú  deseabas esto.  Bien. Sabías que esto era lo que iba a ocurrir. No es esto lo que te da miedo.

Él tenía  razón.  Al estar tan cerca  de  él  sentí  su  aroma  cuero.   

No esperaba  que  me  besara   en los labios.  Quitándome los miedos y  deseando más.  Me  preguntaba  cómo sería sentir  su  sabor.   

Me ayudó  a  doblar las  rodillas,   me  levanto en  brazos para luego acostarme sobre una  alfombra blanca.

—Te ves preciosa con las cuerdas. Me  dijo mientras  sonreía  y hacía que mi corazón latiera  más  fuerte.   

Pensé que todo terminaría pero no   el  saco  otra soga  de color  blanco  

—¿Más?

—Sería un desperdicio dejar la mitad de tu cuerpo sin decoración. —Con dedos

competentes, creó un sorprendente trabajo con las cuerdas formando nudos que bajaban por mi pierna izquierda. Entonces me levantó la rodilla y aseguró su tobillo a la cuerda violeta alrededor de mis caderas. Repitió el proceso con mi pierna derecha.

Acostada sobre su espalda, las rodillas dobladas, los pies ampliamente separados. La provocativa postura parecía como si estuviera esperando a que un hombre se acoplara encima de mí. Otro sofoco me recorrió mi piel. Menos mal que todavía llevaba algo  de  ropa. 

Examinó su trabajo. Una sonrisa maquiavélica   cubrió  su rostro. De  un  tirón quito lo que  cubría  mis pechos.

Me  sentí  avergonzada  y al mismo  tiempo deseable, era algo  raro sentir  dos cosas opuestas.

Él acarició el largo de la soga que le cubría el pecho. Mis senos  se hincharon, y los pezones se fruncieron formando puntas con el aire frío. El dedo del hombre nunca se detuvo mientras seguía las sogas por encima de mis pechos desnudos y entonces debajo.

Él se humedece la punta del dedo y rodeó mi pezón, la fría humedad lo hizo

endurecerse aún más.  Sentí  que  mi  cuerpo  se electrificó ante su toque en especial entre las piernas.  

Él  se estiró a su lado, sosteniéndose sobre un codo. Con la mano libre moldeaba

suavemente su pecho derecho mientras con la uña del pulgar raspaba sobre el pezón.

Jadeé  ante  su  toque. Sintiendo  que el deseo   me invadía. 

—Hermosa. —Se inclinó y con la nariz me acarició mi mejilla, su barba suave en contra de mi piel.  Luego  sentí como  me  beso  y me rendí  a  su caricia. 

La mano de  él continuaba acariciándole el pecho. Mi  cuerpo anhelaba más. Pero no podía  moverme. Él podía hacer cualquier cosa y  ese pensamiento  me excitaba  y  preocupaba.  Decidí  confiar en él.  Sus  caricias   me  hicieron gemir  de nuevo. Él  sonrió  encantado por mi reacción   

Las arruguitas en las comisuras de sus ojos se fruncieron y entonces continuó.

Cuando  la punta del dedo  me rozó el clítoris, mis caderas se sacudieron con fuerza.

—Ahí.

Uno de los lados de su boca se ladeó hacia arriba.

Sin advertencias, me acarició justo por encima del clítoris, con sus dedos resbaladizos, calientes y firmes.

Grite  de placer  Su dedo la provocó, subiendo y haciendo círculos alrededor del cada vez más hinchado y sensible sobre mi nudo. Como si tuviera

todo el tiempo del mundo. Él jugaba  con círculos y golpecitos, firmes roces,

ligeras caricias.

Cada toque me llenaba  de  placer  hasta  la necesidad  de lograr  un  orgasmo, 

Entonces él apartó la mano.

Mi queja de protesta lo hizo sonreír.

—Pronto, gatita. Primero, averigüemos cómo te sientes en relación con el dolor.

Me tensé y quise salir huyendo, pero no podía moverme. 

—No te preocupes, —le dijo con un bufido de risa—. No te haré  daño.  Y  si algo no te gusta   dices  tu palabra  y todo cesará. No soy un sádico. 

Su mano me acarició subiendo por mi estómago, palmeando un pecho, y entonces le dio un tirón a mi pezón. Era  algo  raro, no podía dejar   de  sentirme excitada.  Después de jugar con ambos pezones, hizo rodar uno entre sus dedos.

Santo cielo, la sensación era intensa. Sus dedos eran calientes y ásperos, creando una presión desconcertantemente placentera. Cerré los ojos cuando arqueé la espalda hacia arriba.

—Mírame.

Medio aturdida por la sensación, abrí los ojos.

Él me  miró   mientras me   pellizcaba fuerte.  El abrumador placer comenzó gradualmente a convertirse en dolor. Y  de repente  sentí un  orgasmo mientras mis piernas  temblaban  Todo dentro de mí se derritió. El sudor brotó sobre mi piel mientras sus piernas temblaban.

—Genial —dijo suavemente—. Eres divertida para jugar. —Liberó mi pezón y en

el mismo momento en que la sangre volvió a fluir con una oleada de calor, cambió su atención al otro. Placer, dolor. Antes de que pudiera recuperarme, él bajó la cabeza. Arrastró la lengua por encima de mis  senos  antes de chuparle un pezón. Mientras  sus  dedos atraparon mi clítoris. Un ligero pellizco allí me hizo desear  más  y  sacudir  mis   caderas. 

Él acarició  mi clítoris, trabajando un lado, y el otro. Me  sentí abrumada por  cada  toque.  Entonces  el inexorable orgasmo me liberó y me siento  caer  en un  abismo sin fin.   

Cuando abro los ojos.  Estoy  en  mi  habitación  sentada en  el suelo con la luz  apagada.  Me pregunto ¿Esto  fue un sueño,  una  fantasía  o algo  real?

Suspiré  y  me  puse  a escribir.

 

© JP. Alexander

domingo, enero 28, 2024

El Baile por Lunaroja IV.

Con un estratégico baile
sedujo al anfitrión
desafiando sus reglas
en un espejismo lo sumió
y al final de la noche
su carta maestra reveló

© DUlCE -


Mi Gratitud Lunaroja.
Besos dulces.

Su carta elegida fue ...

ALEXIA DOM

Respondiendo a la invitación del Dulce Caballero para la Fiesta de Fin de Año en su Castillo, me preparé para vivir algo diferente que sabía que podía sorprenderlo. Así salió este mini relato.


Ya tenía mi estrategia preparada para la noche del baile.
Hoy no haría ni concesiones ni favores placenteros.
Hasta tenía mi discurso preparado en cuanto pudiera llevarme al Caballero un momentito a alguno de sus aposentos en el palacio.
Tenía que llegar temprano, ser la primera y así ganar tiempo y triunfo!
Repetí mentalmente mi monólogo y entré con el corazón saltándome en el pecho apretado por esa camisita blanca y ajustada. Era la perfecta e inocente Lolita, candor y belleza sin adornos ni excesos.
Él me recibió galantemente, mirándome con esos ojos profundos y sensuales.
Sabía que no se esperaba ese atuendo porque en general las invitadas extremaban sus ropajes a la usanza más bien explícita y sexual. Plumas, tules, velos y corsés , medias y ligueros, perfumes y cabelleras salvajes.
Le rogué que me condujera a una de las habitaciones para poder recomponerme y maquillarme . Con caballerosidad, me tomó de la mano y entramos en uno de los cuartos.
Me senté en el borde de la cama y saqué mi espejo de la pequeña maleta que contenía todo lo imprescindible para mi puesta en escena .
Él , enfrente de mi, recostado en un precioso sillón de terciopelo, que a decir verdad hacía juego con ese aire entre seductor y decadente de toda la decoración reinante.
Mientras me pintaba los labios, levanté los ojos y vi que no me quitaba la vista de las piernas. Las descrucé desenfadadamente y caminando despacio hacia él le dije suavemente, acariciando el suave tacto del sillón:


"Soy Alexia y seré Tu Lolita.
Mira a la adolescente que llevo dentro, y déjate perder un momento. Ella es la dulce y sumisa perdición, no es así?
Traigo manjares y licores para complacerte. Antes de probarlos te pido un deseo, cierra los ojos un momento y déjate llevar por mi voz."
 
Con una morbosa sonrisa los cerró.
"Prueba este dulce licor de cerezas, siente el calor por tu garganta. Dame tus manos y lameré cada uno de tus dedos.
Esta noche traspasaremos los límites, tú cedes, yo tomo el mando.
Esta noche, en El Salón, las invitadas tendrán que esperar más de la cuenta hasta que entres victorioso (y cansado obviamente) a tu Dominio para entregarte al halago de las bellezas invitadas.
Ahora te vas a quedar conmigo.
Ahora calla y déjame a mi."


En ese instante se escucha un ruido metálico, como algo que se cierra...
El Caballero Oscuro abre los ojos sorprendido.
La sumisa adolescente, en un giro inesperado, se ha convertido en una bruja lasciva exquisita y oscura que como por arte de magia se ha convertido en la Domina de ese encuentro, aprisionando con unas esposas las muñecas del Dulce Caballero.

"Te doblegas a mis deseos solo por hoy?"- Pregunta con los ojos entornados y salvajes guardando las llaves del cuarto entre el borde exquisito de su braguita de encajes y la piel de su pubis.

© Lunaroja


viernes, enero 26, 2024

El Baile por Sandra Figueroa V.

Se adentró en el Castillo
para soñar y jugar,
su carta fue el preludio
de una noche más allá de lo real
y bajo una lluvia cálida
se empapó de gozo.

© DUlCE -


Mi Gratitud Sandra.
Besos dulces.

Su carta elegida fue ...


BAILE DE MASCARAS 2023

 



POETIZA tomó entre sus manos la invitación al BAILE DE MASCARAS que había recibido días antes y salió apresurada, ya su carruaje la esperaba, y emprendió el largo viaje hasta el Castillo de la Dulzura.

Los caballos iban veloces dejando atrás sus montañas. 
POETIZA se sentía feliz y suspiraba agradecida de haber sido invitada a tan esperado BAILE DE MASCARAS.

POETIZA llegó al Castillo y bajó del carruaje, llevaba un vestido ROSA sencillo y guantes a juego hasta los codos, no llevaba joyas, su corazón latía con fuerza, su alma suspiraba.

Una Luna violeta  iluminaba el Castillo y cuatro Leones custodiaban la entrada, temerosa avanzó unos pasos, sintió alivio, ya su amigo DULCE la esperaba y tendiéndole la mano la invitó a pasar, su cálido saludo le dio seguridad, POETIZA se sintió libre de temor y avanzó junto a Él hacia el centro del salón donde las invitadas reían y bailaban seducidas por la 
música, la guio hacia una fina y elegante mesita donde le mostró 3 cartas, debía escoger una si quería jugar, POETIZA dudó, pero la curiosidad la hizo escoger una, la tomó y sin leerla la apretó contra su pecho donde su corazón brincaba de emoción y su alma le decía: ¡Juega POETIZA! la leyó en silencio, sonrió, su amigo DULCE le ofreció una copa de burbujeante y seductor champagne, y se retiró a recibir a otra invitada.

POETIZA se fue a un rincón al lado de un ventanal, tras las cortinas se ocultaba la tristeza, ahí la mandó a esconderse la alegría, que reinaba en el salón donde la dulzura y el placer se mezclaban.

LA CARTA DE LOS SUEÑOS en su mano le hacía cosquillas, pasado un rato se retiró del ventanal donde la tristeza se reía de ella, y vió que el placer jugueteaba por todas partes y la lujuria tras de Él.

Caminó solitaria por un largo pasillo alfombrado donde vio un ATRAPA SUEÑOS precioso y se acercó a él, mil emociones sintió en su alma. 
Era una noche mágica y a POETIZA  le gustaba soñar, cerrando los ojos se dejó llevar por sus fantasías.

Un segundo después de cerrar los ojos, POETIZA, sorprendida y asustada, vió que se encontraba en un jardín lleno de flores de exóticos colores, donde un caballero vestido de negro la guiaba por la oscuridad hacia la luz violeta que irradiaba de una fuente donde la invitó a bañarse, la luna estaba preciosa, la noche cálida, todo era mágico.....

POETIZA vivió fantásticos momentos de placer, romance y AMOR al lado del Caballero vestido de negro que con dulzura supo llevarla más allá de sus sueños, más allá de sus fantasías.

Cuando POETIZA abrió los ojos estaba frente al ATRAPA SUEÑOS completamente mojada de pies a cabeza, no sabía si fue sueño o realidad, pero su alma cantaba y su corazón reía, habían pasado las horas, ya casi amanecía, la música en el salón continuaba, la pasión y la dulzura seguían correteando por todo el Castillo.

POETIZA se estremeció cuando vio a la locura a su lado y ésta estaba mojada también, corrió por el pasillo buscando la salida.

POETIZA se retiró del Castillo, subió a su carruaje y emprendió el regreso. 
Aun iba empapada pero sonriente.

El Castillo de DULCE estaba encantado, tenía magia, y ella estaba feliz de haber hecho sus sueños realidad.



Gracias DULCE por la invitación a tan especial BAILE DE MASCARAS.


Sandra Figueroa

2023

miércoles, enero 24, 2024

El Baile por Rosana Martí I.

A los sueños atrapó
y de ellos tejió su fantasía
se entregó a la pasión
por los paisajes de Venecia,
y dulce fue su noche
entre besos de fiesta.

© DUlCE -


Mi Gratitud Rosana.
Besos dulces y golosos.

Su carte elegida fue ...


Baile De Máscaras...

 



En el corazón de la misteriosa ciudad de Venecia, donde los canales serpenteaban como venas líquidas a través de antiguos edificios de mármol, se celebraba cada fin de año el Baile de Máscaras. La tradición se remontaba a siglos atrás, cuando la aristocracia veneciana buscaba un escape de las restricciones sociales y se sumergía en la extravagancia del anonimato que ofrecían las máscaras.




Era una noche de luna llena cuando las puertas del majestuoso Palazzo Venier se abrieron para dar la bienvenida a las invitadas, casualmente todas mujeres. El anfitrión un noble caballero. Los salones, adornados con lámparas de cristal que destellaban como estrellas, estaban llenos de un bullicio apagado mientras los asistentes al majestuoso evento, ocultas tras máscaras exquisitas, se movían con gracia y misterio.

En el centro del salón de baile, una pareja destacaba entre la multitud. Él, vestido con un traje negro elegante y una máscara plateada que enmarcaba sus ojos intensos. Ella, envuelta en un vestido de seda azul con detalles dorados y una máscara enigmática que revelaba solo sus labios carmesíes. Juntos, desafiaban las convenciones sociales, atrayendo miradas curiosas y murmullos susurrantes. Su sensualidad era evidente.

Al sonar de la orquesta, la pareja se enlazó en un vals hipnótico. Sus movimientos eran una danza de misterio y seducción, mientras la música llenaba el salón con sus notas melodiosas. La energía entre ellos era palpable, como si compartieran un secreto que solo los dos entendían.

A medida que avanzaba la noche, la pareja se movía por los salones, dejando a su paso una estela de preguntas y suspiros. En cada rincón, conspiraban en susurros apasionados, desafiando las expectativas y desentrañando los lazos sociales que ataban a la sociedad veneciana.

En una de las estancias, el gentil caballero ofreció a la bella misteriosa la opción de elegir una carta. Extendió su mano hacia las tres cartas, escogiendo una al azar: la número 1.



Sueño que eriza mi piel,

hasta penetrar mis deseos ocultos,

elixir en mis labios provoca,

que abra mi alma al delirio,

de tus manos con pasión desmedida.

Vino un beso apasionado, 

exquisitamente consumado.



La media noche se acercaba, y con ella, la revelación de las identidades detrás de las máscaras. Pero la pareja decidió desafiar incluso esa tradición. Se dirigieron hacia los jardines del palacio, donde la luz de la luna los iluminaba con un resplandor plateado.

Bajo la sombra de un antiguo rosal, se quitaron las máscaras y se enfrentaron, revelando la verdad detrás de sus disfraces. Él era un artista errante, un pintor que buscaba inspiración en los pliegues ocultos de la sociedad. Ella, una poetisa rebelde que tejía versos subversivos en la oscuridad de la noche.

Juntos, decidieron preservar su anonimato y regresar al salón de baile, donde la música aún resonaba. Mano a mano, se sumergieron nuevamente en el vórtice del baile, desapareciendo entre las máscaras que ocultaban los rostros de los demás, pero que nunca pudieron esconder las chispas de rebeldía y pasión que encendieron aquella inolvidable noche de máscaras en Venecia.





© 2024 Rosana Martí ®
(Todos los derechos reservados)




"Esta narración toma su inspiración de la sugerente invitación de Dulce para el Baile de Máscaras de Fin de Año 2023."



 

lunes, enero 22, 2024

El Baile por Auroratris VI.

Llegó al Castillo de los sueños
para regalarme su mejor truco
fue con una danza de sombreros
que me reveló sus atributos
y como un atrapasueños
mi mirada capturó.

© DUlCE -


Mi Gratitud Mi Querida Auro.
Besos muy dulces con mi cariño.

Su carta elegida fue ...

De Sombreros va el Juego

 


 



El paso del tiempo es una realidad. La última invitación del año es la firma tangible del cambio. Pero este Dulce Caballero sabe un truco de magia para que el salto hacia el Año Nuevo no sea nada traumático y sí lleno de aventuras mágicas. Me sonrío de solo pensar en mi indumentaria para lo prometido: fantasía y placer. 


No es que yo quiera competir llevando sombrero como el Dulce Caballero, pero reconozco que es un complemento muy sexy, si se sabe lucir con garbo. Miradle si no a él. Todo elegancia.

Recojo la invitación de mano del mensajero, no le pasa inadvertido mi rostro divertido y me devuelve el suyo algo pícaro. Le cierro la puerta sin más contemplación ya que hoy no tengo tiempo para flirtear. Otro día, según me pille, le sigo el juego.

¡Qué bonita invitación! Cada año se lo curra más y mejor este señor. 


Rauda me voy colocando mi traje Fashions, aunque no lo parezca es muy cómodo para el obligado baile con el anfitrión. El sombrero es un puntazo, es lo más. Estoy a punto de ir vestida solamente con él y mis Manolo Blanhik. Ja, ja, ja, vaya pensamiento se me acaba de cruzar. Fuera, que me haces perder la inspiración, le digo.

Bajo la Luna Violeta, frente a este Castillo Encantado y junto a la distinción del anfitrión me siento tan sofisticada como todo el conjunto.

Tomo su mano, más bien es él quien toma la mía, puedo adivinar el guiño en uno de sus ojos cuando se jacta de la presencia de mi sombrero. Le ha gustado, lo sé porque su brazo rodea mi cintura mientras me introduce en el Gran Salón.

Las gafas de sol es otro complemento sexy. Las deslizo hasta la punta de mi nariz para poder comprobar las bellezas que aguardan mientras las demás vamos llegando. Todas están divinas, como yo, aunque yo parezca un ave del paraíso con estas plumas. Igual tiene truco este traje y puedo echar a volar cuando la noche vaya decayendo. Me lo acabo de inventar, es que con tanto lujo una pierde la cabeza.

Se avecina la hora del juego y mi turno. Todas salen muy contentas tras esa puerta. A ver qué sorpresa me aguarda.

Me introduzco con decisión y él me espera con un trío de cartas extendidas hacia mí. Escojo una de ellas. Mi incredulidad se pasea entre su rostro y la carta en cuestión. Menos en uno de los detalles, ha dado en el clavo. Le observo atentamente por si ha hecho trampa. Él hace lo mismo conmigo, lo cual me pone algo nerviosa porque hay miradas y miradas, esta precisamente es de las que traspasan.

Imagino por un minuto que visualiza mi fantasía de cómo pensaba aparecer en el baile. No lo puedo evitar y me entra la risa floja. Él no entiende el motivo de por qué me estoy partiendo la caja con la carta en la mano. Se levanta de su sillón para coger con extrañeza la carta y con la misma extrañeza me mira fijamente con expresión interrogante en su rostro.

Y yo, entre hipidos por la risa, le cuento mi pensamiento alocado.

Su seriedad se transforma para acto seguido romper el silencio con una gran carcajada. Esto hace que me relaje un poco hasta que escucho el sonido de su voz, profunda y sensual, pidiéndome que cumpla ese deseo o sueño, ya que estamos en el Castillo de los Sueños. Ahí lo deja, tan ricamente.

Me quedo tan inmóvil como el brillo de sus pupilas a través de la máscara. Su porte formal, su figura esbelta es todo un reto. Y yo que soy de retos recojo el guante. La música insinuante que empieza a sonar de fondo me invita a ir retirando las prendas a su ritmo. Me imagino como Kim Basinguer en aquella película, ¡ya quisiera ella ser yo!

Y como la noche va de magia, en un rápido movimiento retiro el sombrero de su cabeza para cubrir mi pecho, el mío hace lo propio cubriendo más abajo. El aplauso y la sonrisa del anfitrión es todo cuanto necesito.

Ha sido una bonita noche de trucos y magia. Desde mi coche creo distinguir su silueta tras el cristal del gran ventanal. Percibo que no está solo. Este Dulce Caballero es todo un Casanova. Le lanzo un beso mientras me despido hasta el año que viene, él responde con otro beso al viento. Es el momento de arrancar el motor de mi Mini y salir  a la carretera antes de que el Sol tome posesión en el cielo y me robe la sensación de ensueño.

 


© Auroratris








Gracias Mi Querido Dulce por este Baile de Máscaras





sábado, enero 20, 2024

El Baile por Ginebra Blonde VI.

Renunció al abismo
para atarse al goce,
eligió vivir
para sentir la sumisión
bailó a placer
de la mano del Dulce Conde.

© DUlCE -


Mi Gratitud Querida Gine.
Dulces besos cariñosos.

Su carta elegida fue...

Baile de Máscaras

 


Amelia
 
     Sus pasos se encaminaban casi levitando hacia el borde de aquel precipicio al que siempre se asomaba sintiéndose cual pequeña e insignificante moto de polvo, ante la inmensidad de un mundo con el que no resonaba desde hacía ya demasiado tiempo.

      Sus intenciones, esta vez, estaban claras…

    Saltaría; se lanzaría al vacío, a ese limbo donde al fin descansar del martirio de la soledad de aquel enorme castillo que había heredado de sus antepasados, sin más compañía que unos viejos y enmohecidos libros que la mantenían viva cuando caía inmersa entre sus páginas, y un amigo de su padre fallecido, que velaba por ella y la cuidaba entre esos recios y gigantes muros de piedra maciza.

   Miró el horizonte de gris y espesa niebla que se mostraba frígido ante sus ojos. Comenzó lentamente a dar un paso como atraída por él, sintiendo el helor del vacío bajo uno de sus pies que flotaba sobre aquel abismo, cuando, de pronto,  unas manos rodearon su cintura agarrándola con fuerza y tirando de ella hacia atrás.

    —¡Por Dios! ¡Hágalo por él, por su padre! Él querría verla viva, fuerte y luchando! 

    Desde aquel fatídico incendio donde su familia pereció, Amelia cayó en un profundo mutismo que no le permitía pronunciar palabra alguna.

    —Ha recibido una invitación para el baile de máscaras que se celebra cada año en el castillo del Conde Sweet Gentleman; y va a ir. Va a elegir un precioso vestido; va a ponerse su perfume de violetas y va a dibujar esa bonita sonrisa en su aterciopelado rostro.  Yo la dejaré en la misma puerta, y no me iré hasta que vea cómo la cruza.


      Amelia rompió a llorar sin emitir un atisbo de sonido. Él la abrazó con fuerza, limpió sus lágrimas y la cogió en sus brazos para llevarla a sus aposentos y dejarla tendida sobre su lecho.
   
        —Descanse, Amelia… Mañana será un gran día.
 
Baile de Máscaras
 
    Su vestido era azul cobalto. Un corpiño anudado con cintas de raso negro enmarcaban su esbelta figura y dejaban prominentes sus turgentes pechos. Un collar de negro y fino terciopelo, rodeaba su delgado y blanquecino cuello. Y su rostro, así como le había encomendado quien velaba por ella tras la muerte de su familia, lucía una tímida sonrisa, a la vez que sorprendida y curiosa por todo lo que se mostraba ante sus ojos.

      De pronto, y sin saber de quién procedía, una voz le susurró  en el oído…

     —Me alegra que hayas aceptado mi invitación… Solo necesito tu mirada para saber que estás bien; que te sientes a gusto… No importa que no puedas hablarme. Te preguntarás por qué lo sé… No es por la persona que vela por ti. Te conozco desde hace mucho tiempo. He seguido en silencio tus pasos llevado por un impulso tan misterioso, como extraordinario e irrefrenable. Has estado presente en mis sueños y en mis más fervientes deseos…

     Amelia hizo de pronto el amago de girarse para ver el rostro de aquel que le hablaba en susurros y que había despertado en ella una extraña sensación, pero él la frenó acercándola con más vigor a su pecho, dejándola paralizada…  

    —Aún no… Ahora baila; disfruta; vive…

    Y tras decirle esas palabras, el Conde cogió su mano derecha, la llevó a su espalda y posó en ella una llave de la que colgaba una pequeña carta con un número impreso.

    Cuando Amelia se giró, el Conde ya no estaba. Miró la llave y el número de la carta: dos


   
        Se fue adentrando en el baile inclinando la cabeza a modo de saludo hacia algunas invitadas que le mostraban un cálido acogimiento, y aun a pesar de no poder hablar con ellas, se sintió arropada tras ese largo y frío tiempo de mutismo y soledad. Aquel salón y todos los invitados, desprendían una cálida y misteriosa armonía que la envolvía en un dulce y embriagador ensueño; pero su mente estaba ya muy lejos de aquel lugar…

La Puerta
 
         Se paró frente a ella. Tenía la misma sensación que cuando intentó dar aquel salto al vacío, pero esta vez sentía que lo que le deparaba el otro lado, era una llama que comenzó a arder en su interior en el momento que escuchó la voz del Conde susurrándole en el oído y penetrándole hasta el alma.
    
         El placer ya no formaba parte de su vida. Había olvidado lo que era sucumbir a él desde la más pura desnudez. Entregarse y cruzar toda frontera que la permitiese explorar emociones nuevas en cualquiera de sus vertientes. Fue sumisa de sí misma en su renuncia a la vida y a todos los placeres que ésta otorga más allá de sus difíciles y, a veces, crueles vicisitudes.
    
        Su cuerpo no dejaba de sentir ese cosquilleo cual primera vez que uno se entrega al goce de la carne y el espíritu. Impetuosa, y casi con rabia por haber estado tan ciega ante el regalo de la vida, metió la llave en la cerradura y la giró con rapidez como si aún temiese arrepentirse.
    
      Cruzó el umbral sabiendo que aquella experiencia la iba a llevar a unos límites jamás cruzados; que iba a romper toda barrera que la impidiera sentir el goce más intenso jamás experimentado, y la iba a hacer caer rendida; ofrecida a los planes y dominios de aquel que la estaba haciendo vibrar por cada poro de su piel, inmersa en una lascivia, feroz y osada, que gemía y brotaba por cada recoveco de su cuerpo.
 
Placer
 
      En aquella habitación de paredes insonorizadas tan solo se escuchaba la respiración agitada de Amelia, y sus pasos caminando hacia un extraño mobiliario enmarcado por una tenue luz.
    
    Como una danza de sombras que la envolvían y rozaban, la figura del Conde aparecía y desparecía ante sus ojos, al tiempo que sentía que las cintas de su corpiño iban desatándose, liberándola así de la prisión de sus ropas, y dejando en libertad, como dóciles péndulos, sus pechos que palpitaban sedientos de placer.  
    
       Su vestido abrazó el suelo; tan solo unos zapatos de satén azul y unas medias de seda blanca, vestían el cuerpo semidesnudo de Amelia, dispuesto a yacer entre aquellas manos calientes y firmes que la despojaban de tabús, y la llevaban a un sentir extremadamente delicioso y lujurioso.   
    
       Como en una ensoñación y sin apenas visión, comenzó a sentir cómo el Conde iba inclinando su cuerpo hacia delante hasta hacerlo reposar en una especie de diván del que salían, de cada uno de sus cuatro extremos, pequeños cintos que rodearon y ataron sus muñecas y tobillos.

        Expuesta y totalmente abierta al placer; sometida al goce de dejarse fluir como río ante la tempestad de la piel que gime desde su más inconmensurable latido, Amelia emitió un grito cuando el primer embate la hizo vibrar y contraerse húmeda y ungida en sus fluidos que, como cascadas, rebosaban por sus ingles deseando más; más de aquel goce que la dejaba en la  extenuación; de aquel precipicio al que sí quería y deseaba caer…
                        .
                        .
                        .
                        ©Ginebra Blonde


(Relato perteneciente a la propuesta/invitación de Dulce, de la celebración del Baile de Máscaras de Fin de Año 2023)