jueves, marzo 28, 2013
Tocando las alturas.
Te convertiste en mi sueño recurrente que cuando noto que estoy despierto aún siento que vuelo tomado de ti y puedo percibir el aliento que sopla hecho roce desde nuestras bocas y nos toca, provocando ese latido que se torna ansioso al suspenderse cuando se ahoga en la garganta antes de renacer en un gemido desde lo más profundo.
Te seduzco y al mismo tiempo me seduces con la insinuación tan sutil de tu mirada, con tu labios entreabiertos y tu dedo sobre ellos, con la inocencia justa en tu expresión, aquella que yo pervierto y tiento para jugar a desafiar al tacto.
Con tus ojos vendados entrelazas tus piernas a mi espalda para con ellas poner candado a mi cercanía, así te vuelves como el aire meciéndote al vaivén de tus caderas sobre mi.
Mis manos no tropiezan con nada delineando tu figura, se mueven a voluntad por tus dorsal subiendo hasta tu pelo que se enreda en mis dedos cual seda. Me refugio en tus brazos en tanto tus pechos rozan mi cuerpo, la respiración se agita y el ansia se multiplica, mis dedos descienden hasta el final de tu espalda y hago brotar tus ganas, y tú haces que desee con prisa recorrer el desnudo paraíso de tu piel develado sólo para mi.
Inhalo de ti el perfume que eleva mi pasión y tus alas se despliegan para alzar el vuelo más allá de cualquier mal sueño, sólo con el vértigo del tacto enardecido al tenernos.
Es que tu presencia embellece el silencio y las palabras tan sólo se callan porque nada de lo que digan iguala a la caricia de nuestras almas.
Me sueñas y te sueño, en el instante que subes a lo más alto y junto a mi te atreves a ir tan lejos por encima de todo, que no parecemos tener fronteras ni final volando a través del deseo, tocando las alturas del placer y convertidos en estelas donde el único riesgo es ciegamente perdernos.
Y en el momento preciso en que te quito la venda de los ojos tras derramarnos juntos, tu mirada encuentra la mía y en ambas, el mismo brillo sin miedo a quemarnos. Te llego, me llegas, muy dentro.
Llevas mi presencia en ti porque vivo en ti y tú en mi tocándonos en el interior.
No dejes de sentirme, ponte tus alas para mi.
viernes, marzo 22, 2013
Amor permitido. (Dueto con Diazul)
Sigo siendo un afortunado, esta vez con la compañía de Diazul,
romántica, delicada, soñadora, inspiradora de versos que fluyen
con naturalidad y se hacen parte de los míos.
Muchas gracias Diazul por este maravilloso regalo.
Besos con dulce cariño de Tu Dulce niño.
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"Amor permitido"
(Diazul y Dulce)
en que el tacto traspase el aire
y en el sentir se vuelva tangible
llenando espacios entre los dos.
Buscamos el punto exacto
para encontrarnos y atraparnos
entre la niebla que ronda la noche
y los primeros rayos del amanecer.
Y en ese filo en que despunta el alba
la luz del día no miente ante la belleza
que los ojos descubren desvistiendo
la figura que tienta y se hace deseada.
Un momento perfecto para navegar juntos
entre la calidez de nuestros cuerpos
y la llama interior que va creciendo
al ritmo de los latidos de nuestros corazones.
Es cuando somos suave desliz destinado a ser gemido
y morir en orgasmo convertido
tras el vaivén que nos encadena
a las ganas con prisa de poseernos.
Nos deleitamos en una total entrega
creando emociones y sensaciones compartidas
que hacen vibrar cada rincón de tu piel y la mía
hasta hacernos enloquecer de placer.
Porque somos amantes desde la calma al desenfreno
cayendo en la inevitable atracción de fundirnos
entre caricias y suspiros para lentamente descubrirnos
en un acto de entrega y amor permitido.
martes, marzo 19, 2013
Más que dos.
y el de ella como luna compañera,
momento de sensaciones
mezcladas y entrelazadas en cuerpos reflejados
como en un espejo frente a frente.
Delirio expresado de extremo a extremo
sustentado por un puente
por donde transitan nuevos placeres,
placeres concedidos por un cielo de dos soles
que abren y se dejan ir en la mente inocente.
Su temblor, el tuyo,
el mío penetrante y en la boca también derretido
perfecta sincronía, conexión natural
contraste de pieles montadas en el cuerpo del deseo
que se vuelven orgasmos desbordados al unísono.
Fiesta de goces combinados
que terminan en una ecuación de lenguas
que ávidas se cruzan y no se tocan
recorriendo la total extensión del camino.
Hasta que surge el eco de un mismo nombre repetido,
cuando somos más que dos
rozando el descontrol, cruzando inexorablemente
la línea donde espera lo prohibido.
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