Ofrécete tras la puerta cómplice
más allá de todo lo permitido,
extiende tus brazos como ser alado
y precipítate hasta los míos.
Que tengo hambre de tu carne rosa
y sed de tu boca gloriosa,
deja que eros tome femeninas formas
reluciendo en tu alma
engarzada a tu piel templada por la mía.
Y jugaremos a apostar los sentidos
a doblar las miradas por sobre el tacto
a ganar sintiendo el placer
o a perder cediendo ante el deseo,
con el porvenir como aliado
de nuestro mutuo destino.