Por el favor de su nudez
que a los ojos gratifica
como un brote
de olvidada primavera.
Renace en un instante
volviendo a provocar júbilo
incitando al tacto vaporoso
que corta el aire.
Por la razón de sentir
lo que viene desde arriba
en la bondad de la piel
que embriaga con sutileza.
Incienso ascendente
que acerca el firmamento,
que eleva y no perdona
con su implacable preciosura.