Cuando todo era nada
el pecado vino con ella,
detrás la lujuria
impulsada por la curiosidad.
De sus adentros brotaron raíces
reptando enardecidas
con su oferta de bondad.
En el linaje de lo prohibido
primero se presentó la tentación
con la terneza de una fruta
plena de delicias.
Después fue la perversión
que enfunda la virtud
revelando lo casto ante los ojos.
Finalmente llegó la verdad,
el punto de no retorno,
el origen de la unión consumada
en una misma simiente
lo humano y lo divino.