Otra de mis entusiastas invitadas ha sido Dafne,
quien por segundo año ha estado en mi Salón disfrutando del Baile
y de los encuentros furtivos ;)
Además, ella ha propuesto un entretenido juego
el que pueden seguir pinchando las opciones al pie de la entrada
para perderse en las habitaciones de Mi Castillo.
Muchas gracias Señorita Dafne por acompañarme en mi Baile
y por aportar con un creativo juego a la magia.
Dulces besos para ti.
quien por segundo año ha estado en mi Salón disfrutando del Baile
y de los encuentros furtivos ;)
Además, ella ha propuesto un entretenido juego
el que pueden seguir pinchando las opciones al pie de la entrada
para perderse en las habitaciones de Mi Castillo.
Muchas gracias Señorita Dafne por acompañarme en mi Baile
y por aportar con un creativo juego a la magia.
Dulces besos para ti.
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EL BAILE DE FIN DE AÑO
¿Jugamos?
No Sí
Mil gracias por la invitación, Dulce.
¡Feliz y próspero año 2020!
© DAFNE SINEDIE
EL BAILE DE FIN DE AÑO
Este año la invitación llegó una mañana completamente despejada y resultó una grata sorpresa.
No pude evitar que mi mente viajase al Baile del año anterior. ¡Había sido espléndido! ¿Y cómo podía ser que hubiera pasado otro año tan rápido? Habían ocurrido tantas cosas... Pero no era momento para recordarlas. ¡Tenía que hacerme con el vestuario y el maquillaje adecuado!
Esta vez me acompañaron Auro y Precious; saqueamos las mejores tiendas, pues una ocasión como esta lo merecía, y después de comer nos despedimos hasta la noche para prepararnos en nuestros respectivos apartamentos.
Primero me coloqué las enaguas y las medias altas hasta el muslo; eran de color hueso. Luego los zapatos, oscuros, de tacón grueso perfecto para bailar. Seguidamente la blusa aterciopelada y la falda que caía desde mi cintura hasta el suelo a diferentes alturas, como una cascada; terciopelo negro que, dependiendo de cómo reflejase la luz, adquiría tonos violáceos o granates. Por último, me até por delante el precioso corset oscuro, encajé cada uno de los enganches, clic, clic, clic, y escondí el lazo en el interior. Observé el efecto que producía el conjunto, impresionada; me parecía a la protagonista de una de mis ilustradoras favoritas. Me recogí únicamente los primeros mechones de mi cabello hacia atrás, de modo que el resto se deslizase libremente a mi espalda. Me até una gargantilla, también de terciopelo, al cuello. Me maquillé con sombras oscuras, los labios del color del vino, las uñas rojas como la sangre... Sí, estaba perfecta. Sólo faltaba la máscara.
A la hora acordada llegó el cochero. Me abrigué con una capa, calándome la amplia capucha, y bajé a la calle casi a la carrera. Tras permitirme que saludase a los caballos con un par de caricias, me ayudó a subir al carruaje y cerró la portezuela. Oí cómo se situaba al frente, cogía de nuevo las bridas, decía los nombres de los animales -¡Relámpago! ¡Trueno!- y el carro se puso en marcha.
Presencié cómo abandonábamos la ciudad a través de las cortinas de las ventanillas y el viaje se me pasó volando mientras atravesábamos un bosque cada vez más espeso.
Antes de las diez llegamos a la impresionante fortaleza de piedra. El corazón me dio un vuelco por la emoción al comprobar que en la entrada ya había aparacados otros carros.
Bajé del carruaje con una sonrisa impresa en mis labios. Los leones de la entrada me dieron la bienvenida y le enseñé a uno de los porteros mi invitación. Al igual que el año anterior, me dejaron pasar con un asentimiento y me desearon una feliz velada.
Guardé mi capa en un ropero en la entrada y la marabunta me condujo hasta el salón principal.
Las damas bailaban en círculos con los caballeros, en un movimiento semejante al de los astros rotando y trasladándose alrededor del sol... y Dulce y su acompañante, eran el sol.
No tardé en sumarme a aquella danza que te perdía en el tiempo y en el espacio.
Cuando nos faltó el aliento nos retiramos a cenar y beber; entonces aprovechamos para charlar con el resto de invitados. Así pude saludar a María, Mag, Campirela, Carolina, Ivel, Luna...
Antes de regresar al baile, Dulce nos dio la bienvenida, agradecimos la mutua compañía bloggera y nos explicó que en determinado momento de la noche, entre baile y baile, comenzaría un juego: alguien nos entregaría una nota y deberíamos seguir sus indicaciones. Si deseábamos no participar éramos libre de hacerlo, por supuesto.
En mi caso fueron exactamente tres bailes hasta que noté, en uno de los enésimos cambios de pareja, que alguien depositaba un papelito en mi mano.
¿Jugamos?
No Sí
Mil gracias por la invitación, Dulce.
¡Feliz y próspero año 2020!
© DAFNE SINEDIE