En rojo intenso
y fino terciopelo
engalanó su estampa
de vivo esplendor
y al bailar el último vals
mordió la dulce manzana
saboreando la tentación.
EL BAILE DE FIN DE AÑO
EL BAILE DE FIN DE AÑO
31 de diciembre. ¿Cómo podía ser que el 2020 se hubiera pasado tan rápido y tan lento al mismo tiempo? Menos mal que llegó la invitación de Dulce para su Baile de Máscaras anual (¡era la tercera vez que lo recibía, qué ilusión!) así que podría terminar el año por todo lo alto y con la mejor compañía.
La preparación fue una delicia. Primero, comprar el vestido y los zapatos. Luego volver a casa emocionada y ansiosa de que cayera la noche. Comer un poco, pues sabía que en los salones me esperaban manjares de todas las partes del mundo. Acicalarme y comenzar a vestirme; el vestido era más sencillo que el del año anterior, de tela roja aterciopelada, con el escote en uve, generoso, manga larga, un cinturón para marcar la cintura y la falda cayendo larga hasta los tobillos, dejando una abertura para la pierna derecha desde el principio del muslo. Los Lauboutin rojos quedaban espectaculares. Me ondulé el pelo para darle volumen y finalmente me maquillé; sombra dorada y marrón brillante para los ojos, pestañas negras, labios rojos... Por último, y lo más importante, la máscara.
A la hora acordada vinieron a recogerme en un coche negro deportivo despampanante, tanto que me dieron ganas de preguntar si podía conducirlo yo un ratito. Desgraciadamente, no llevaba el calzado adecuado...
Me relajé en los asientos traseros, disfrutando del viaje, el coche volando como una saeta por las carreteras, hasta que llegamos a la mansión. Como siempre, resultaba impresionante. Saludé a los leones de piedra de las puertas y le enseñé a uno de los porteros mi invitación. Asintió y se ofreció a guardar mi abrigo en el ropero. Sonreí y me interné en los pasillos hacia el salón de baile.
Estaban María, Mag, Ginebra, Campirela, Auro, Albada, Cora, Alma... ¡cuánta gente! La felicidad inundó mi pecho mientras bailábamos, bebíamos y disfrutábamos de nuestras conversaciones. Pero claro... ¿dónde se encontraba el anfitrión?
Justo cuando me lo preguntaba alguien tocó sobre mi hombro. Me giré, ¡y ahí estaba Dulce con su león! Le agradecí de nuevo su invitación, bailamos, hablamos un rato y finalmente me ofreció una manzana antes de seguir saludando a sus invitados.
La mordí... ¡Hum, qué dulce era! Casi tanto como nuestro anfitrión.
Justo cuando me lo preguntaba alguien tocó sobre mi hombro. Me giré, ¡y ahí estaba Dulce con su león! Le agradecí de nuevo su invitación, bailamos, hablamos un rato y finalmente me ofreció una manzana antes de seguir saludando a sus invitados.
La mordí... ¡Hum, qué dulce era! Casi tanto como nuestro anfitrión.
Y mordisco a mordisco, acabé el 2020.
¡Feliz y próspero 2021!