Hazte yedra adherida
a la fortaleza de mi vástago,
creyente de mi palabra,
símil de mi voluntad.
Dilata los cauces
canalizando mis ansias
en la confortable punción
hacia el sin fin de tu boca.
Para sentir mi fluir
anegando tu silencio,
siendo reguero de magma
que quema lo recóndito.
Y emergeré,
desde tu profunda oquedad
como fausta divinidad
que se erige Señorial.