Templada su savia
furtivamente desvelada
e insinuante en la luz tenue,
como una ensoñación
de obsesión encarnada.
Invita a imaginar,
a probar su dorado néctar
sin revelar nada
de lo que en la mente
lascivamente se agita.
Desafiando impulsos
aflora su instinto
que límpido se derrama
y aunque nada diga,
todo lo sabe.